
El médico veterinario Rogelio J. Allignani, propietario de Finca y Estancia El Pichanal, resaltó que «la leche de burra es considerada como un producto beneficioso para la salud humana desde tiempos inmemoriales».
Durante las primeras jornadas nacionales de Burros, el especialista destacó que «estuvo presente en la alimentación humana desde los inicios de los procesos de domesticación, cuando el hombre comenzó a convivir con especies animales para proveerse de alimento, y también para el trabajo y como compañía». La utilización de la leche como alimento comenzó junto a la domesticación de los burros, cabras y ovejas.

Allignani precisó que, en América y en Argentina, los españoles introdujeron la costumbre del consumo de leche de burra como se realizaba en España. Aún hoy podemos ver en algunas zonas del NOA a las burras con su burrito, dejándose ordeñar para consumo de leche fresca, recién ordeñada en vasos que se venden en la vía pública.
«Más allá de este consumo local y muy limitado, hasta nuestra llegada a Catamarca, en Argentina no existía la cría de burros con destino a la producción de leche o como recurso ganadero. Cuando llegamos en el año 2009 a Valle del Cajón, nos encontramos con la existencia de manadas importantes de burros silvestres, que se criaban libremente en las serranías y médanos», destacó.
Y agregó: «Comenzamos por capturar algunas burras, siguiendo los usos locales de rodearlos y atraparlos con boleadoras y lazos, para luego llevarlas al valle y allí comenzar el proceso de amanse. Este paso, se lleva a cabo sin mayores dificultades, ya que las burras socializan rápidamente, si se les da cuidado, buena atención y cariño. Estas burras constituyeron el pie de cría del futuro rebaño. En esta etapa, comenzamos
también a traer burras de zonas vecinas, como Agua Amarilla y la Hoyada, para aumentar el rebaño».
«Con la idea de mejorar genéticamente un rodeo con características clínicas de endogamia, introducimos un macho de raza europea, que fue donado por el Ejército Argentino y que pertenecía al Haras General de Las Heras, donde se crían las mulas que constituyen la base del suministro de estos animales para las actividades de cordillera», enfatizó.
El médico veterinario sostuvo que, «ante esta realidad de burros pastando y sin ningún uso, nos propusimos estudiar cómo incorporar esta especie a la actividad económica, buscando incrementar la
producción y el desarrollo social de la zona».
Se comenzó estudiando la leche, y de los resultados de estos trabajos surgió la factibilidad de dos proyectos:
- Cosméticos a base de leche de burra.
- Elaboración de leche de burra fresca para consumo humano.
El punto de partida de estos proyectos fue la creación del primer tambo de leche de
burra en Argentina en las instalaciones de la Estancia El Pichanal, en Famabalasto, y
con el ordeñe de 10 burras. Una vez ordeñada, la leche es llevada a la finca El Pichanal
en Santa María para su pasteurización y congelado.
Allignani destacó el uso medicinal de la leche de burra, y resaltó que, «desde Hipócrates, se indicaba para el tratamiento de la fiebre, de heridas; de problemas hepáticos; también para la anorexia y la fatiga; para problemas respiratorios, tos, alergias y asma; para problemas de piel como psoriasis, eczemas, acné,
sequedad etc».
Además, tiene un factor nutricional, «como sustituto de la leche materna, podemos ver en la pintura la escena en el hospital de huérfanos San Vicente de Paul, París, 1181, donde se alimentaba a bebés mamando directamente de la burra».
En relación al uso cosmetológico, «para la belleza de la piel del rostro, donde se indicaba el uso directo o con cremas elaboradas».
«También se usaba a través de baños para la piel del cuerpo, buscando humectación, textura y belleza.
El uso tradicional de la leche de burra se basó en los conocimientos empíricos sustentados en la observación de resultados, pero se desconocían sus principios activos y no existía el método de constatación de resultados. Con la aparición del método científico y los estudios químicos de los componentes de la LB, la ciencia pudo determinar los principios activos, sus aspectos químicos y estructurales, sus concentraciones y sus actividades», resaltó.
Y agregó: «Aunque en un primer momento se subestimó aquellos saberes empíricos tratándolos como “mágicos”, hoy sabemos científicamente que lo que escribió e indicaba Hipócrates hace miles de años, tiene su correlato en la ciencia actual».
«Ya contamos con innumerables trabajos científicos que avalan la cría de burras para la producción de la LB, y lo más destacable es que avalan científicamente las prescripciones médicas de un producto que se indicaba hace miles de años, aun cuando no se sabía su forma de actuar, sus componentes, ni sus principios activos», señaló.