
Los burros evolucionaron en escenarios áridos y montañosos, con escasas fuentes de agua y una oferta forrajera de baja calidad nutricional, por lo que en general, las poblaciones de burros “nativos”. Así lo había precisado el docente e investigador, Luis Lossino, durante las primeras Jornadas de Burros, que se realizaron en la Finca y la Estancia El Pichanal.
El especialista destacó que, «al igual que con la mayoría de los demás animales domésticos (como los caballos, los perros, los bovinos), los fenotipos “extremos” y las rarezas tanto en biotipo como en pelajes son un producto humano generado por la domesticación y el control de los apareamientos dirigidos hacia fenotipos “funcionales” (mayor tamaño, por ejemplo) o puramente estéticos (color del pelaje,
enanos) denominados genéricamente “razas”.
Las cuatro categorías clásicas en los burros, en relación a la talla son:
1) Grandes (más de 130 cm y a veces hasta más de 160 cm), la raza Mamut es una de las más grandes del mundo y para que un macho pueda inscribirse debe medir al menos 147 cm y una hembra 142 cm; 2) Medianos (110 a 130 cm); 3) Pequeños (90 a 110 cm; 4) Enanos o Miniatura (menos de 90 cm).
Las hembras son animales gregarios y migratorios, es decir viven en grupos sociales relativamente estables con sus crías y les gusta mantenerse en proximidad, algo muy parecido a lo que ocurre con las cebras. Por el contrario, el aislamiento y la soledad les producen intranquilidad y stress severo que incluso puede llevar a que dejen de comer y beber y enfermen, por lo que hay que evitar estas situaciones. Hay un viejo refrán que dice: “si va a comprar un burro, mejor compre dos”, aludiendo a evitar el aislamiento (antinatural) y proporcionar una mejor calidad de vida en condiciones de cautiverio. Incluso puede revertirse esta situación colocando al burro con otro animal como una oveja, cabra o incluso un caballo.
Hemos experimentado con éxito en nuestro laboratorio colocar dos machos reproductores, un padrillo (equino) con un burro (asno) juntos en un corral durante años y no solo no se generan problemas sino que mejoran mucho su comportamiento y libido disminuyendo la agresividad típica del animal aislado. A diferencia de las hembras, los machos son, en general (pero no exclusivamente), territoriales, es decir viven en relativa soledad en territorios que marcan como “propios” a través de las heces y la orina. Las sexualmente activas son las hembras que se acercan a los territorios de los machos en la estación reproductiva (en caso de tenerla, dado que pueden ser de ciclos anuales continuos), guiadas por el rebuzno típico de los asnos que pueden escuchar hasta por lo menos 3 km de distancia debido a una modificación anatómica en la laringe. Además, durante el periodo de celo o receptividad copulatoria, las burras adoptan una posición típica frente al macho descendiendo la cabeza y abriendo mucho la boca como si estuvieran masticando.
La gestación es más larga que en las yeguas (360-370 días) y una característica muy importante, sobre todo en los programas de producción de leche es que la burra solo produce leche en presencia de su cría, es decir si por cualquier circunstancia deja de tener contacto con la misma, de inmediato deja de producir. Es por esto que en los programas ordenados de producción de leche se realizan apartes programados de las crías durante 4 a 6 hs (máximo) para que las madres puedan ser ordeñadas, en caso de realizar un ordeño diario.
La alimentación de los burros merece comentarios aparte, en especial cuando se plantean sistemas de producción, en los cuales por desconocimiento, improvisación y analogía infundada se trasladan prácticas aplicadas a otras especies domésticas como caballos o vacas de leche. Es una especie con una gran eficiencia de aprovechamiento de la fibra dietaria para la producción de energía, mejor que en la mayoría de otros herbívoros y con una baja tolerancia al exceso de almidón y otros hidratos de carbono (HdC), por lo que una dieta baja en fibra y/o alta en HdC está contraindicada dado que pone en peligro no solo la productividad sino la vida de los animales a través de cuadros clínicos como cólico, laminitis, hiperlipemia, síndrome metabólico, disbiosis, etc.